urracas   

El capitalismo y el tráfico intercontinental de esclavos africanos

 

 

“…Los hombres no nacieron para vivir inútilmente y como los animales selváticos, sin provecho del género humano; y una asociación de bárbaros tan bárbaros como los pampas o como los araucanos no es mas que una horda de fieras, que es urgente encadenar o destruir en el interés de la humanidad y en el bien de la civilización…”

diario “El Mercurio” 24 de mayo de 1859

Entre 1510 y 1860, más de diez millones de seres humanos fueron transportados como esclavos desde África hacia América. Más de dos millones murieron a bordo de los navíos negreros. Se calcula, además, que más de ocho millones de personas murieron entre el lugar del interior en que habían sido hechas prisioneras y el mercado de esclavos en las costas africanas. Es decir, el tráfico de negros convirtió en víctimas directamente a más de veinte millones de seres humanos.
La mayor parte de esos muertos y deportados eran jóvenes en su mejor edad productiva. El tráfico fue responsable de la despoblación de regiones enteras. Entre 1800 y 1850, durante el período de expansión de la cultura algodonera en EE.UU., el número de deportados llegó a ser de 120.000 por año. Así, el desarrollo del capitalismo estadounidense estuvo íntimamente ligado con el tráfico de carne humana. Inglaterra, a su vez, fue responsable del transporte del 50% de los africanos esclavizados. El tráfico de negros en el siglo XVIII llegó a representar la mitad de los beneficios de las exportaciones de los países europeos. El tráfico desorganizó la vida social africana. En África existía una esclavitud, pero era residual y, en general, de carácter familiar. La expansión del capitalismo transformó la esclavitud en un comercio altamente rentable y aumentó la proporción del proceso de esclavitud. Algunas tribus africanas abandonaron la producción artesanal y el comercio interregional para dedicarse al nuevo y lucrativo negocio creado por los hombres blancos. Se estableció un “estado de guerra” permanente en el territorio africano. La agricultura, la artesanía y el comercio se vieron afectados duramente por las deportaciones masivas y por las matanzas causadas por los esclavistas. En 1800, por culpa del tráfico, el continente africano habría retrocedido varios siglos.
Por ello, la tentativa de hacer responsables a los africanos de la esclavitud, sólo porque algunos caudillos tribales se implicaron en la caza humana para el “comercio” intercontinental de esclavos, es insostenible. Dichos caudillos eran apenas cómplices de los traficantes. Sin la creación de un amplio mercado para la mano de obra esclava en América y sin los recursos originarios del occidente capita-lista no habría sido posible que surgieran esos cazadores de esclavos en el continente africano. Las bases del subdesarrollo africano no se encuentran en el interior de las sociedades africanas y sí en las relaciones impuestas por las potencias capitalistas desde su nacimiento.
A la plaga del tráfico siguió la del colonialismo. En la década de los años ochenta del siglo XIX, las grandes potencias de Europa decidieron repartirse y ocupar África. El argumento fue de orden humanitario: la ocupación buscaba acabar con la esclavitud y con los déspotas locales, argumento todavía utilizado hoy en las guerras que el imperialismo promueve contra los países subdesarrollados.
África se transformó de nuevo en un campo de batalla. Los pueblos africanos trataron de resistir la ocupación de sus territorios, pero fueron vencidos. La historia de la colonización de África es una historia de matanzas, generalmente olvidadas por la historia occidental. (…)
Al final del siglo XIX y en los primeros años del siglo XX, la esclavitud conoció un nuevo florecimiento. El comercio de esclavos en las colonias francesas sólo fue prohibido en 1905 y la esclavitud tardó todavía algunos años en extinguirse.
La división internacional del trabajo, implantada por el sistema colonial, condenó al continente africano a ser un simple productor de materias primas para las industrias europeas y estadounidenses. Las industrias artesanales existentes fueron destruidas, lo cual lanzó a millares de personas a la miseria. En Europa, el mismo proceso que destruyó los empleos en la artesanía creó nuevos empleos en la gran industria y representó un incremento del desarrollo de las fuerzas productivas. En África, la destrucción de la artesanía representó un verdadero retroceso de la civilización. El artesano del hierro, del cuero, del algodón, se transformó en trabajador obligado (semiesclavo) en las grandes plantaciones y en las minas de los colonizadores blancos.
Rápidamente se constituyó una economía basada en el monocultivo de la exportación. Los cultivos alimentarios tradicionales, que garantizaban la subsistencia de las poblaciones locales, fueron abruptamente sustituidos. El resultado inmediato fue la expansión, en una escala nunca vista con anterioridad, de las epidemias de hambruna. En Gambia, por ejemplo, se cultivaba el arroz, pero el colonialismo transformó este país en un gran productor de almendras. Gambia tuvo entonces que empezar a importar arroz para minimizar el hambre de su pueblo.
La propaganda de los colonizadores siempre intentó hacer creer que las epidemias de hambre y la desnutrición crónica de los pueblos africanos eran cosas naturales, presentes desde siempre en la historia de África. El hambre sería, así, el estado natural del hombre africano. El respetado científico brasileño Josué de Castro demostró la falsedad de dicha tesis. Según él, el régimen alimentario africano en el período precolonial era bastante variado y se basaba en una agricultura diversificada, situación que el colonialismo alteró radicalmente.
La descolonización de África es un proceso de independencia de las naciones africanas que tuvo lugar, principalmente, tras la Segunda Guerra Mundial, aunque Liberia, fundada libre a mediados del siglo XIX, puede ser considerada el primer estado africano descolonizado.
La mayor parte de África había sido colonizada durante la Repartición de África, en medio del periodo conocido como Nuevo Imperialismo, durante la segunda mitad del siglo XIX. Tras la Primera Guerra Mundial, los movimientos independentistas africanos tomaron relevancia, que culminaría en el proceso de descolonización. En algunos países la independencia se obtuvo de forma pacífica, mientras que en otros se consiguió mediante el uso de las armas. Entre estos últimos, la Guerra de Independencia de Argelia (1954-62) y la Guerra colonial portuguesa fueron las más violentas.
En 1958, la Unión Francesa se convirtió en la Comunidad Francesa, con la notable excepción de Guinea, la cual decidió su independencia en un referéndum; dos años más tarde, todas las colonias francesas se independizaron. La descolonización, sin embargo, no ha acabado, ya que el Sáhara Occidental sigue bajo administración colonial española de jure, e invadido por Marruecos en virtud de los ilegalizados Acuerdos de Madrid.
-Antecedentes
Durante la Repartición de África en el siglo XIX, las potencias europeas delimitaron África en la Conferencia de Berlín de 1884 y 1885. Ya en 1905, todo el suelo africano estaba controlado por las fuerzas europeas. Gran Bretaña y Francia contaban con mayores posesiones, pero Alemania, España, Italia, Bélgica y Portugal también tenían colonias. Las consecuencias de este proceso de colonización fueron variadas, como la perdida de recursos naturales, devastación económica, confusión cultural, división geopolítica y subyugación política. Sin embargo, la dominación europea también llevó mejores carreteras, vías de tren, puertos, hospitales, educación y métodos modernos para la agricultura.
-Causas
La descolonización de África se basa en tres circunstancias distintas: el deseo de los pueblos indígenas a independizarse, la distracción europea por los asuntos mundiales y el resentimiento popular contra el racismo y la desigualdad.
El deseo africano de independencia se basó en la contemplación de la exitosa revolución, y su consecuente autogobierno, de India, dirigida por Mahatma Gandhi.
En segundo lugar, la descolonización tuvo lugar en el ámbito internacional de la Guerra Fría. Debido a los esfuerzos que la URSS llevaba a cabo para promulgar su ideología comunista, las potencias europeas temían que sus colonias se volvieran hacia el comunismo como una forma radical de obtener la independencia.
El racismo fue la tercera circunstancia que afectó al proceso descolonizador. Las colonias africanas, a diferencia de las colonias americanas, no tenían un mestizaje racial importante, ya que los colonos europeos no se habían asentado y mezclado con los nativos. En vez de eso, los prejuicios racistas habían calado hondo en la conciencia europea, que veía a los africanos como inferiores, ya sea por las diferencias culturales, la falta de participación política o la educación inferior de los africanos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, y deseando quitarse la carga económica de mantener grandes imperios, las fuerzas aliadas prometieron la independencia de África.
La educación superior de ciertas personas fue clave a la hora de informar y activar a las multitudes. Soldados africanos que luchaban en el extranjero o estudiantes africanos que fueron también al extranjero a estudiar, tomaron una visión más amplia del mundo y sus opiniones contemporáneas.
Los líderes africanos se dieron cuenta que África había sido clave a la hora de ganar la Segunda Guerra Mundial. Desde el punto de vista africano, las colonias estaban ayudando a sus señores colonos a combatir a un enemigo desconocido sin mencionar la palabra independencia. Algunos líderes como Verwoerd y Vorster de Sudáfrica apoyaron a Hitler mientras que la mayoría de los gobernadores de las colonias francesas reconocieron lealtad al gobierno de Vichy hasta 1943. La propaganda alemana durante la guerra tuvo un papel muy importante en este desafío al poder británico. Debido a que Japón había comenzado su proceso imperialista en el lejano oriente, se produjo una escasez de materiales como el caucho y algunos minerales. África se vio obligada a hacer frente a esta escasez, beneficiándose grandemente de dicho cambio: las industrias locales emergentes trajeron nuevos pueblos, y las ciudades existentes doblaron su tamaño. El crecimiento social e industrial trajo más alfabetización y con ella los periódicos pro-independentistas. En 1941, Roosevelt y Churchill se reunieron para discutir como sería el mundo de la posguerra. El resultado fue la Carta del Atlántico. Uno de los puntos de la carta, introducido por Roosevelt, fue la autonomía de las colonias imperiales. Por lo tanto, tras la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña se vio presionada a cumplir los términos de la Carta.
-Consecuencias
En la conclusión de la descolonización, África sufría una gran desestabilidad política, pobreza económica y dependencia de las potencias debido a la deuda. La inestabilidad política nació de la introducción en África de ideología marxista o de la influencia capitalista, así como de las diferencias raciales, que incitaban a guerras civiles, formándose grupos nacionalistas negros, que participaban en ataques violentos contra los colonos blancos, intentando así poner fin al gobierno de la minoría blanca. Las fronteras acordadas por los europeos durante la colonización fue otra fuente de violencia, ya que alguna de las nuevas naciones no estaba de acuerdo con sus fronteras. Aunque la mayoría de las naciones africanas ya han aceptado sus fronteras, existen disputas hoy en día como la de Chad y Libia, Etiopía y Somalia, o Nigeria y Camerún. En un intento de influenciar al tercer mundo para adoptar su ideología de capitalismo o comunismo, los Estados Unidos y la URSS dieron créditos de comida y dinero a las naciones africanas. Para alimentar, educar y modernizar a sus masas, África tomó prestado grandes cantidades de dinero de varias naciones, banqueros y compañías. Como pago, los prestamistas trataron de influenciar políticamente la situación africana. Sin embargo, el dinero prestado no arregló la situación económica, ya que gran parte de ese dinero fue despilfarrado por dictadores corruptos, ignorándose así asuntos sociales como la educación, la salud y la estabilidad política.

urracas-emaus
contacto