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El refugio de Parra durante la dictadura

EL MÍTICO DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS HUMANISTICOS DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

Bajo Pinochet Parra se refugió en una isla intelectual dentro de la Universidad de Chile. Sus clases, recuerdan sus alumnos, eran verdaderos artefactos que transportaban a otro mundo, más allá de la matanza.
Un hito en la vida artística de Parra: la publicación de la revista Manuscritos en 1975. Edición de lujo (hablamos de papel couché) y diseño de vanguardia. Como plato fuerte de la revista figuraban los Quebrantahuesos: un diario mural irónico y desesperado, del que, seamos honestos, The Clinic es heredero.
Manuscritos fue un hito cultural no apreciado en ese tiempo. El país no daba para eso. La Universidad de Chile, menos. En verdad Manuscritos fue catalogada como un hito del derroche. Hoy la revista es la obsesión de coleccionistas.

Para el antipoeta, tan importante como Manuscritos, fue el ambiente en el que esa revista se creó. Hablamos del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile, una isla de pensamiento y libertad que cobijó a lo mejor de la intelectualidad chilena durante los años de la dictadura. Entre los profesores de este departamento figuraban Mario Góngora, Jorge Guzmán, Patricio Marchant, Carlos Huneeus, Enrique Lihn, Carla Cordua, José Echeverría, Juan de Dios Vial Larraín, Marcos García de la Huerta. Y por supuesto Parra. Si lee la nómina con atención se verá que en este centro se cumplía una de las máximas parrianas más famosas: “izquierda y derecha unidas, jamás serán vencidas”.
Esa mezcla produjo alumnos notables como María Isabel Flisfish, Arturo Fontaine Talavera, Raúl Zurita, Pablo Oyarzún, Diamela Eltit, entre otros. Muchos de ellos fueron influidos por Parra.

Eirc Goles, matemático, recuerda que Parra llegaba a clases con un maletín tipo gásfiter y sacaba de ahí objetos comunes que en sus manos cobraban otra vida. Jorge Guzmán, autor de la Ley del Gallinero, recuerda que los alumnos salían de las clases de Parra excitados y con tareas insólitas como recopilar frases escritas en los baños.

Marcos García de la Huerta, quien fue su alumno en el Pedagógico y luego su colega en el Departamento de Estudios Humanísticos, recuerda que Parra “siempre fue muy informal para hacer sus cursos. Pedía trabajos que hacían desarrollar la imaginación y la creatividad. Y era muy generoso con su tiempo. Uno se lo topaba en los pasillos y tenía conversaciones larguísimas con él. No era el tipo de conversación acartonada que se suele tener con los colegas”.

Alguien atinó a tomar fotos, al final de una clase de Parra. Son las que ilustran esta nota. Están ahí, claramente, las semillas de sus artefactos poéticos, que para Ricardo Piglia, el novelista argentino, “son a la literatura en lengua española, lo que la obra de Duchamp ha sido para el arte contemporáneo”.

PARRA POLÍTICO


Carlos Huneeus, uno de los cerebros del Departamento, recuerda en una de sus crónicas que Parra llegaba con guitarra y les enseñaba a escribir décimas glosadas. “El tema de cada una era, siempre, lo que nos pasa a diario, lo que nos toca y nos afecta a cada rato”, escribió Huneeus.
Aquí hay un hecho curioso. Porque en esos años lo que pasaba “a diario” era la muerte y la desaparición de personas. Sin embargo, en el Departamento ese tema no se tocaba abiertamente, salvo en algunos seminarios polémicos. Parra, sobre esa cotidianeidad trágica, “no decía nada. Ni a favor ni en contra”, recuerda Jorge Guzmán.
García de la Huerta, que tenía una relación más cercana con el poeta, si recuerda conversaciones sobre ese tema.
-Una vez le dije: “Esta cuestión no puede durar demasiado” y él me contestó serio: “No, esto va a durar mucho tiempo y va a venir una persecución atroz. Esto va para muy largo y viene muy dura la mano”.

Tiempo después ambos volvieron a tocar el tema. Esta vez fue Parra el que inició el diálogo:
-Me dijo: “Bueno, esto es terrible, pero qué diferencia hay entre esto y la represión estalinista, en el fondo, qué diferencia hay entre la ultraderecha y los regímenes comunistas”. Y yo le dije, “No sé, pregúntaselo a los patrones”. Y todo terminó en una gran carcajada.
En otra ocasión, cuando de la Huerta hacía planes para irse del país, le preguntó a Parra si no pensaba hacer lo mismo.

-Me dijo “No, yo no me voy a ir de aquí porque yo me nutro de esto. Yo necesito esto para mi trabajo poético”. Parra necesitaba de Chile para alimentarse, necesitaba también de la mierda que estábamos viviendo- afirma de la Huerta.
Para Jorge Guzmán, esta posición no puede afectar la obra del poeta.
-Piense en Borges- dice Guzmán- Ideológicamente era muy desagradable. Yo lo oí decir en una universidad norteamericana que él estaba por la democracia y también lo oí aquí en Chile que la dictadura estaba muy bien, que la espada iba siempre con la pluma. Borges me desagradaba profundamente hasta que un amigo me dijo que me dejara de leseras. Y entendí que Borges era una invento de Borges. ¿Qué importa qué piense un señor cuando está metido en su cama? Lo que importa, en el caso de los escritores, es que escriban lo que piensan y que tengan una significación interesante. Y en ese punto, el trabajo de Parra es muy apreciable.

Fuente: The Clinic

 

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