Resumen  Latinoamericano/ 04 de Mayo de 2015.- El politólogo argentino es categórico: el  Partido Socialista no es de izquierda hace mucho tiempo. Critica a Isabel Allende  por reunirse con la esposa de Leopoldo López y afirma, respecto a la región,  que las conquistas sociales de los gobiernos progresistas difícilmente serán  revertidas.
      Por haber vivido  aquí y por tener un hijo chileno, Atilio Borón es un actualizado conocedor de  la realidad política local. Y a propósito de los hechos de corrupción que hoy  golpean al país, en su libro “Aristóteles en Macondo” plantea la necesidad de  salir de un marasmo en que estamos metidos en América Latina, lo que supone no  seguir hablando de democracia respecto a regímenes que no lo son. Para él, o  las democracias son gobiernos del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, o son  nada. En esta entrevista analiza esa disyuntiva, el futuro del ciclo de  gobiernos progresistas en la región y de los movimientos sociales en Chile. 
      Tenemos Argentina  con una coyuntura presidencial incierta y con una situación económica recesiva;  Venezuela con crisis económica; Brasil con un intento de arrinconar  políticamente a la presidenta ¿Cuán grave es la crisis de lo que se ha llamado  el ciclo de gobiernos progresistas?
      Habría que  diferenciar. El caso de Argentina es un proceso electoral que se nos viene  ahora, en donde cualquier candidato que pueda ganar va a estar situado a la  derecha de Cristina Fernández, de eso no cabe ninguna duda.
      ¿Incluido el ungido  al Kirchnerismo?
      Incluido, incluido.  Yo creo que va a ser Scioli, que está situado a la derecha de Cristina, sin que  de ella podamos decir que es una presidenta de izquierda, sino más bien de una  centro izquierda que ha avanzado en algunas políticas reformistas. En el caso  de Brasil, hay una ofensiva brutal en contra de la presidenta Dilma Rousseff,  que obedece probablemente a la necesidad que hay en Estados Unidos y en los  círculos dominantes del imperio de asegurarse el control del país más  importante de América Latina, no porque los gobiernos del PT hayan sido  díscolos de los mandatos imperiales -porque la verdad es que han sido bastante  colaboracionistas- sino porque Estados Unidos necesita un alineamiento total de  la región y gobiernos mucho más incondicionales.
      Y en el caso de  Venezuela, se va claramente por la destitución ¿no? Quieren acabar con el  gobierno bolivariano, que tiene muchos problemas de carácter endógeno, propios  de ellos, y que se ven agravados por la presión estadounidense, que es  absolutamente desorbitada y que tiene como nombre el petróleo. No hay ninguna  otra explicación, están jugando todas las fichas para voltear a Maduro y de esa  manera, producir un efecto dominó para que los demás gobiernos de la región  estén más contenidos.
      De todas maneras,  uno no tiene que perder nunca de vista el carácter cíclico de la historia de  estos movimientos sociales que en un momento determinado impulsan una política  de izquierda, de avanzada o progresista. Son gobiernos muy diferentes, pero  tienen un común denominador que han tratado de hacer algunos cambios. Algunos  con más fuerza  -los bolivarianos: Bolivia, Ecuador, Venezuela- en materia  de redistribución de ingresos, de combate a la pobreza y al analfabetismo. No  es un dato menor, por ejemplo, que en un país como Venezuela se haya erradicado  por completo el analfabetismo que venía de la herencia de la tan elogiada  Cuarta República.
      ¿Qué tan fundantes  han sido estos 16 años? En el caso de eventuales retrocesos, ¿a qué punto se  vuelve?
      Fueron años muy  importantes y, no quisiera pecar de optimista, pero me parece que es ilusorio  pensar que pueda haber un retroceso, que acá se borra lo que se escribió con la  mano y que Venezuela retorne a la situación previa a 1999. O que Bolivia,  Ecuador, Brasil y Argentina vuelvan a lo de antes. Ha habido conquistas que se  han hecho carne en el imaginario colectivo en nuestras sociedades y que muy  difícilmente irán para atrás. Algunas, por supuesto, podrán ser revertidas,  pero hay una cierta meseta de la cual va a ser muy difícil bajar. Si se intenta  va haber una resistencia muy, muy fuerte, una lucha de los pueblos de la región  que no van a aceptar fácilmente. Y esto lo ves tú, por ejemplo, en lo que pasó  en la cumbre de Panamá, en donde parecía que Estados Unidos iba a imponer lo  que quería. La secretaria de Estado para asuntos de América Latina, Roberta  Jacobson, había dicho que de Venezuela no se iba a hablar en la cumbre, pero se  habló de lo que quisieron los mandatarios que estaban ahí y Obama fue abrumado,  apabullado. De manera que aún gobiernos de derecha, conservadores, no están  dispuestos a volver al tiempo en que Estados Unidos pegaba un grito y mandaba.
      En una cumbre  anterior, José Mujica dijo que nunca en la historia de América Latina la  integración entre los países había llegado tan lejos. Pero además, por la  historia de nuestro continente, eso está directamente vinculado con el nivel de  dependencia o independencia de Estados Unidos ¿Cómo ve usted esa situación?
      Yo soy un poco más  pesimista que Mujica. Con todo, hay un grado de verdad en lo que él dice y es  que efectivamente se avanzó mucho en la integración, pero no al punto que él  está viendo. Por ejemplo, la UNASUR ha hecho progresos notables, pero tropieza  con un mosaico sociopolítico en Sudamérica muy complicado, porque tiene  gobiernos bolivarianos como Venezuela, Bolivia y Ecuador; gobiernos  progresistas de una centro izquierda moderada, como Argentina, Brasil y  Uruguay; gobiernos como el de Chile, que oscila entre el centro y la centro  derecha; y otros francamente de derecha, como el de Perú de Ollanta Humala, o  el de Santos. Entonces está un poco trabada, por eso Estados Unidos juega la  carta de la Alianza de Pacifico, un arreglo digitado desde Washington para  neutralizar la influencia de China en América Latina, pero no tiene un sustento  económico material, hay poco comercio entre quienes la integran.
      En este contexto  quería preguntarte por el sujeto político Internacional Socialista. Tenemos a  Leopoldo López en Venezuela -a Felipe González también en Venezuela- a la Unión  Cívica Radical argentina haciendo pacto electoral con la derecha de Macri, a  Aécio Neves como el candidato del empresariado en la segunda vuelta brasileña  ¿Cómo ves el presente de este eje?
      Tiene una historia  muy larga, pero es un sujeto que ha entrado en una descomposición final e  irreversible. Tomando el caso de mi país, en la Argentina, la Unión Cívica  Radical ha perdido toda su identidad. De ser un partido contestatario cuando  surge en 1890, con una trayectoria parecida al Partido Radical chileno, en  contra de la dominación oligárquica, termina aliado a la expresión de la  derecha más reaccionaria y cavernícola de Argentina, de manera tal que ya eso  como sujeto social y en mi país se le mira con cierto menosprecio. En el caso  de los venezolanos, Acción Democrática también entró en un curso descendente  muy marcado, con gente como López y Ledezma, que me sorprende y me desagrada  que tengan tanta repercusión aquí. En cualquier otro país del mundo –Estados  Unidos por ejemplo- gente como ellos estarían con sentencia firme por el delito  de sedición, con por lo menos 25 años de cárcel. De manera tal que es un  escándalo que se los convierta en héroes de la democracia, que acá se los  reciba en el Senado de Chile, que alguna vez presidió alguien llamado Salvador  Allende ¿Cómo se les va a recibir, si son sediciosos?
      La hija, la  senadora Isabel Allende, también los recibió…
      La hija, pues, creo  que está muy desmemoriada. Ellos representan al mismo grupo social de gente que  conspiró contra el gobierno de Salvador Allende y que terminó finalmente con su  muerte. Eso es López, eso es Ledezma, no tienen nada que ver con la  socialdemocracia, son simplemente peones de una estrategia imperial y que son  utilizadas para ello, como en su momento hicieron en Polonia con Lech Walesa.
      A mí me duele  mucho, he vivido muchos años en Chile, tengo un hijo que es chileno. Eso que  pasa acá me llega muy de cerca y no puedo creer eso, o que se le dé ahora  atención a Yoani Sánchez, que es un personaje bandidezco ¿cómo puedes  explicar que una persona que está en Cuba aparentemente tan acosada, entra y  sale, hace lo que quiere y tiene su diario digital traducido a 18 idiomas? Ni  siquiera Naciones Unidas o el Banco Mundial traducen sus documentos más allá de  4 o 5 idiomas ¿Quién le paga, a quién sirve? Y acá se le recibe hasta en la  tapa de El Mercurio ¡por favor! Volviendo a Venezuela, creo que puede haber un  recambio si el gobierno bolivariano no hace bien las cosas, tiene que ponerse  las pilas y atacar el problema económico serio que hay en Venezuela, tal como  el de la corrupción. Y hacerlo de una manera ejemplar, con castigos que no  dejen ninguna duda que el Gobierno no va seguir tolerando esas prácticas. Pero  de ahí a que intervenga Felipe González, un hombre que se convirtió simplemente  en un lobista de las trasnacionales españolas…
      ¿Ése es su móvil en  Venezuela?
      ¡Nada más! Lo que  quiere es estar ahí para el momento en que caigan los bolivarianos, pegar un  zarpazo y en nombre de Repsol apoderarse del petróleo venezolano y privatizar  PDVSA. Esto es lo que esa gente está buscando, no les interesa en lo más mínimo  el bienestar del pueblo venezolano o remediar lo que ha hecho mal supuestamente  el chavismo.
      La corrupción y la  izquierda en Chile
      Existe un cierto  consenso de que el gobierno chileno está en un momento de desorientación…
      (Interrumpe y  sonríe) para decirlo con palabras muy suaves…
      Sí, puede ser que  sean suaves, porque tenemos en la superficie un problema de corrupción pero las  raíces parecen muy profundas y de otra naturaleza ¿Cómo caracterizarías el  problema político chileno actual?
      A mí me sorprende y  me causa gracia cuando se habla de fenómenos de la corrupción como una cosa  novedosa en el sistema político chileno. Yo viví acá casi seis años, llegué a  fines del ‘66 y había un escándalo impresionante por las obras del Túnel Lo  Prado, en donde estaban involucrados grandes jerarcas de la Democracia  Cristiana, algunos de los cuales, para mi sorpresa, siguen estando y ocupando  altos sitiales en el Senado y otras partes. Entonces pensar que éste es un  fenómeno que vino ahora, por lo del hijo de la Presidenta o por el otro  empresario, es no comprender que las democracias capitalistas tienen un  componente de corrupción que les es inherente. Lo que pasa es que en Chile las  cosas se hacen con guante blanco, no a la mala como en otras partes de América  Latina, que son mucho más salvajes e indisciplinados, empezando por mi país. O  Brasil o Colombia.
      Con más  sofisticación…
      Con mucho disimulo  y contando con un blindaje mediático muy importante. Porque resulta que los que  deberían haber hecho toda una campaña de educación pública sobre los problemas  en la corrupción y el papel creciente de los negocios en la política chilena,  en la aprobación de leyes que son absurdas, como la Ley de Pesca que es un  escándalo para Chile e internacionalmente también, son periódicos y medios que  de ninguna manera asumieron la tarea de informar al pueblo.
      La Nueva Mayoría  cree o dice creer que el problema es de corrupción y, por lo tanto, el problema  que ellos ven y por el que se sienten obligados a dar explicación es si el  financiamiento fue ilegal o no, si el estudio que les contrataron se hizo o no.  Lo que yo veo, y era lo que quería someter a tu opinión, es que hay una  situación incluso más grave que lo legal o ilegal, y que son las consecuencias  ideológicas que este financiamiento ha tenido en el rumbo de la coalición…
      Por supuesto. La  corrupción ha existido, pero a mí me consta, al menos, una historia de casi 50  años en donde está registrada la influencia de los grandes negocios en la  formulación de las políticas públicas en Chile. Después del 11 de septiembre  del 73, es abrumadora la evidencia en este sentido. Y las consecuencias las  estamos viendo aquí en la proporción de gente que no participó en la última  elección presidencial. Ésa es la gente que no cree en la democracia. Este libro  “Aristóteles en Macondo” hace un análisis del proceso democrático en América  Latina, y ahí se comprueba cómo el mundo de los negocios, de las grandes  empresas y capitales, ha tenido una importancia excepcional en la determinación  del rumbo de las políticas y en generar un circulo que explica por qué, en  democracia, estos países se han convertido todos en más desiguales. Argentina,  Chile y Brasil eran más igualitarios en la época de las dictaduras que ahora  ¿Qué clase de democracia es ésta? Llamemos las cosas por su nombre: no son  democracias, son regímenes post-dictatoriales. Que por supuesto son un avance  en relación a la época de Pinochet, pero que no acreditan las condiciones  mínimas para ser llamados “democracia”. Es tan grave en el caso chileno que se  le niega al pueblo el derecho de convocar una asamblea constituyente para ver  qué constitución va a regir en su país.
      Acá se ve la  asamblea constituyente como una excentricidad…
      En toda la historia  de Chile no hubo una sola constitución aprobada a partir de un proceso de  participación popular. Fueron todas impuestas por gobiernos de facto. Cuando yo  escucho a don Ricardo Lagos hablar, dar lecciones y comparar a Venezuela con la  tiranía pinochetista, digo ¡Oiga compadre, mírese la viga que tiene en su  propio ojo y después hable! ¡Seamos honestos!
      Que el empresariado  financie a la derecha, es normal. Podríamos decir que es el orden natural de  las cosas…
      Así es, je je je…
      Pero en Chile, hoy  la situación es que la empresa del yerno de Augusto Pinochet financia a una  parte todavía no determinada del partido de Salvador Allende ¿cómo se explica  eso desde afuera?
       
      Eso que tú dices es  algo dolorosísimo ¡Pobre Don Salvador, se debe estar revolcando en su tumba con  el PS! Incluso con su hija recibiendo a los golpistas venezolanos. Vamos a  llamar las cosas por su nombre, porque si no, no ganamos nada. Ni tú, ni yo, ni  el público que lee El Desconcierto. Éste no es un partido de izquierda, por  favor. Partido de izquierda es uno – doy la definición de Norberto Bobbio- que  tiene como prioridad establecer el reino de la igualdad, mientras la derecha  tiene como bandera fundamental el imperio de la libertad. Entonces, el Partido  Socialista dejó de ser de izquierda hace mucho tiempo. Yo creo que la caída del  gobierno de Salvador Allende lo descolocó y nunca más encontró el rumbo. Un  partido de izquierda no puede renunciar a un alegato firme a favor de crear un  nuevo orden constitucional en Chile, que es una de las sociedades más  desiguales en el continente más desigual del mundo. Por mí pueden llamarse como  quieran, incluso cambiarse el nombre a Partido Ultra Revolucionario, pero no  les voy a creer y la gente tampoco les cree. Me parece además una inmoralidad  mayúscula ¿Cómo puedes estar recibiendo dinero de aquellos que, lo sabes, son  el gran obstáculo para la construcción de un Chile mejor?
      Chile, La Haya y su  futuro político
      A propósito de la  controversia entre Chile y Bolivia en La Haya ¿cuán aislado se ve a Chile  respecto de la región?
      Se lo ve muy  aislado. Chile ha cometido un error, porque yo hablé personalmente con el ex  presidente boliviano Mesa. Le pregunté ¿para qué quieren usted y Evo Morales  esto? ¿Quiere volver a la situación previa a la Guerra del Pacífico? No, me  dice, de ninguna manera. Nosotros sabemos que eso es cosa juzgada por la  historia, eso de que se perdió una guerra. Lo que sí queremos es una cosa muy  simple: que nos den un pequeño espacio en el litoral para poder trabajar y  tener una parte milésima de lo que en un pasado tuvo Bolivia. Y eso inclusive,  bajo una soberanía de un fideicomiso internacional, que puede ser de Naciones  Unidas con los gobiernos de Chile y Bolivia. Hay que darle un corte final a  este asunto y es muy poco lo que cuesta, sin renunciar a la soberanía.
      Además de lo de La  Haya, a Chile no lo permea la discusión constituyente que se ha dado en varios  países de Sudamérica. No lo hace la discusión sobre las políticas de recursos  naturales, tampoco sobre las leyes de medios. No tiene políticas binacionales  energéticas, como en otros países de Sudamérica. Es como si fuera un país de  otra parte ¿tú tienes una hipótesis de por qué ocurre eso?
      Tiene que ver con  algo que ha pasado es que Chile desde hace mucho tiempo, desde la Revolución  Cubana para acá. Tú me dirás ¿qué tiene que ver? Mucho. Porque el ascenso de la  Democracia Cristiana en este país fue impulsado de una manera vigorosa y sin  reservas por los gobiernos de Estados Unidos y algunos europeos. Chile fue la  contraparte, la revolución en libertad frente a la revolución bajo dictadura  que supuestamente estaba haciendo Fidel. Y ese fue un gobierno protegido, muy  protegido, y al fin y al cabo muy manipulado desde afuera
      Cuando viene la  dictadura de Pinochet, Chile continúa con ese blindaje. Kissinger como  secretario de Estado le dio una cobertura total, cosa que no se le dio a otro  gobierno en América Latina. Y, luego, cuando viene la transición se la celebra  como la… ¿cómo es la canción nacional chilena, una copia feliz de edén?
      La copia feliz de  Edén…
      Bueno, esa era la  copia feliz del pacto de La Moncloa en España, que en esa época era visto como  una obra de ingeniería política extraordinaria. Y después se demostró que ese  fue un pacto maldito que produjo desgracias en España, instituyó la impunidad ante  los crímenes del franquismo, como en buena medida se ha instituido la impunidad  ante los crímenes del pinochetismo acá en Chile, y que además dio lugar a una  pseudo democracia que se derrumbó por sus propias contradicciones.
      
        Es como si los chilenos no tuvieran razones para luchar…
      También, de alguna  manera, ése el curso que está siguiendo la política chilena. Con todo este  escándalo que recién empieza a salir a la luz pública, de la corrupción, podría  llegar a tener un efecto similar acá. Pero fíjate vos que, pese a todo eso,  Chile sigue apareciendo como el país modélico. La prensa internacional, la muy  buena prensa del imperio, siempre ha tratado de limitar la visualización de los  aspectos oscuros del milagro chileno, como decía Tomás Moulian. Por ejemplo, la  cuestión mapuche no aparece en ningún medio internacional, pareciera que en  Chile no hay ningún problema con los mapuches ni con los pueblos originarios.  Pero en Ecuador, pobre Correa, lo revientan con sus conflictos con los  indígenas. En el fondo, esta capacidad de que no le entren balas al modelo  chileno tiene que ver con que está asentado sobre una apatía ciudadana muy  grande, que no cree nada de lo que le digan los políticos y que se expresa en  este ausentismo electoral, que es un síntoma de una patología democrática muy  fuerte.
      Pero viven en una  lucha diaria muy desesperada. Yo tengo muchísimos amigos chilenos y de todas  las condiciones sociales -no de todas como quisiera, pero llego bastante abajo  con mis contactos- y la lucha por la vida cotidiana es intensa, durísima en  este país, mucho más dura que en otros de América Latina.
      ¿Qué rol juega el  crédito, el endeudamiento, en estas condiciones políticas?
      Te hace ser  sumamente cauteloso en lo que tú puedes pensar o en lo que puedes hacer en términos  políticos. En México hay una expresión muy linda para esto, más que endeudado:  “endrogado”, le dicen. Es una drogodependencia que produce una inhabilitación  de pensar cosas muy diferentes a las que te ofrece el sistema. Además, mucha  gente tiene deudas que no van a poder pagar, y entonces entran en un registro…  ¿Dicom le llaman?
      Sí…
      En donde eres  prácticamente un muerto en vida. Ni puedes abrir una cuenta corriente. Son  incongruencias muy grandes, porque tú le puedes prestar a 20 años plazo a una persona  mientras le reconozcas ciertos derechos fundamentales, como el derecho al  trabajo. Pero en la medida que eso no está reconocido aquí, en la Argentina ni  en ningún otro país, tú dependes de que la suerte te favorezca. Y si no, ahí  ves lo que está pasando en España, te quitan a puntapiés de la casa que creías  que era tuya ¡y la tienes que seguir pagando aunque ya no sea tuya! Es una  estafa en doble dimensión. Entonces yo pienso que acá el crédito ha sido muy  importante para tapar y disimular ciertas falencias, pero tarde o temprano  tienes que pagarlo.
      A mí me sorprende  mucho esto, y también cómo ha habido una especie de resignación en un pueblo  que fue muy luchador. Como que de repente todo eso se olvidó y yo creo que fue  por un tiempo, pero hoy hay gente que ya es el indicio. Y cuando quieran hacer  algo, va a ser muy diferente, no van a entrar en los partidos tradicionales, ni  en toda esta rosca que no ha conducido a nada. Va a haber un renacer de una  política nueva de izquierda en este país, porque es necesario, no porque se le  ocurra a un teórico.
      Fuente: www.eldesconcierto.cl