La sed de acumulación y el ansia de dominación ponen en peligro la estabilidad de Medio Oriente.
Desde que el modelo capitalista comenzó a reinar sin contrapesos, luego de la caída de los Socialismos Reales, las guerras locales o regionales de baja o mediana intensidad se han sucedido hasta nuestros tiempos.
Para los intereses del imperio era necesario aprovechar esos vientos favorables para intentar monopolizar al máximo el poder mundial y hacernos creer que era el fin de la historia y la que la única forma de vida era a través del mercado, que sería el encargado de distribuir los recursos y solucionar los problemas de la gente.
Como esto no era tan fácil ni tan real, se fue utilizando progresivamente el uso desmedido de la fuerza. Había que hacer desaparecer los Estados locales que no se sometían o que no querían entregar sumisamente sus recursos naturales, en especial el petróleo.
Surge la impresentable presencia de la OTAN (alianza USA y Europa) que destroza la Republica Socialista de Yugoslavia, se traslada al oriente para emprender guerra contra Irak, acusándolo de tener armas de destrucción masiva, que en la práctica resultó de falsedad total.
Se invadió y ocupó Afganistán y convirtió a Israel en un potente Portaviones para amenazar y agredir pueblos Árabes.
Últimamente, emprendió una oleada de agresiones a varios Estados Árabes, para imponerles su modelo de dominación occidental avasallando su historia, cultura y recursos naturales. Se desestabiliza los regimenes en Egipto, Sudan y se ataca militarmente a Libia por poseer recursos hídricos y petroleros.
Actualmente se intentó desestabilizar el gobierno en Siria y se continúa en permanente hostigamientito a Irán y Corea del Norte.
Esperamos que estro no termine en un conflicto armado generalizado que podría tener fuertes repercusiones en la humanidad, en especial en el mundo Árabe.
Lo que no podemos dejar de considerar es la lógica irracional del capitalismo neoliberal que en su camino de dominación y acumulación nos puede llevar a una situación de gran desastre.
Sólo la conciencia, unidad y movilización de los pueblos puede hacer frente a esta locura armamentista y guerrera.
