urracas   

La derecha y el sexo

Las personas criadas por la derecha parten como machistas e intolerantes y terminan como criminales de lesa humanidad. Entremedio, se hacen empresarios, milicos, políticos. Cada cual en su especificidad, alimenta su odio a todo lo que parezca o sea distinto. Gente como esta desprecia a sus hijos, cuando no son bien machitos y dominantes. Y a sus hijas por el infortunio de haber salido mujeres, con un destino similar a sus madres: débiles y estúpidas.
Gente como esta no creen en el poder de las ideas. No creen en nada que no sea la fuerza. De ahí su fascinación por tipos musculosos como Superman, Bush, Rambo o Manuel Contreras. Las personas criadas y creadas por la derecha, saben que el odio y la venganza son medios de la política, aún cuando acusan a los izquierdistas, esos sonámbulos, de ser odiosos y vengativos. Lo que, como sabemos, es falso de falsedad absoluta. Ya los quisiéramos así.
Algunos de sus representantes tienen la facultad de encubrir su veneno mediante un humor de patrón, y son capaces de fascinar hasta a los que debieran ser sus contrincantes más acérrimos. Los hay que en un ataque de honestidad juran que todas las mujeres son débiles por la sola condición de su género. Extrapolan de esa manera impune, su propia realidad. No hay que ser muy imaginativo para hacerse una idea de cómo son las mujeres e hijas de estos represores.
De haber traído al mundo a alguna mujer, lo será de su casa. Sus dominios, la cocina, el personal doméstico. Las débiles hijas de estos patrones de misa diaria y cilicio, estudiarán carreras apropiadas a su corta capacidad. Con certeza, lo suficiente para atender a maridos fuertes, poderosos, magníficos y criar a todos los hijos que les dé Dios. De tener varones, serán atendidos por sus hermanas y por sus madres. Formados en el rigor del mundo macho, no se les permitirá debilidades extranas, actitudes comprensivas, disimulos blandengues, ni amaneramientos sospechosos. De mostrar algún gesto extrano, serán ingresados a rastras a los seminarios en los cuales harán penitencia, castigarán al cuerpo en los momentos de los orgasmos clandestinos y, ya adultos, se harán cargo de parroquias y mozalbetes. O terminarán en alguna escuela militar.
La derecha chilena hace como que respeta el sexo, pero más bien le teme. La obsesión por el control de todo colisiona con las enervantes, automáticas y descontroladas reacciones que genera el disfrute del sexo, en cualquiera de sus variantes. Quedar a merced del instinto para estas personas es exponerse a un pecado que sólo se lava con la penitencia o el cinismo bien aderezado.
La discusión a partir de la ley argentina de casamiento entre homosexuales, hace apretar glúteos y ofende ojos y oídos virtuosos. El cardenal se apura para hablar de aberraciones, olvidando que aún están vivos los rescoldos mundiales de las aberraciones, esas sí, cometidas por curas contra ninos, adolescentes y adultos. Los políticos se persignan y comprometen sus votos y decisiones para no permitir semejante barbarie en nuestro recatado país. Uno de ellos, con una asombrosa ingenuidad, ha dicho que en su opinión nuestra sociedad no está preparada para ese tipo de cuestiones. Haberlo sabido antes. Con un sabelotodo de esa envergadura, capaz de saber con precisión para lo que está preparada nuestra sociedad, nos habríamos ahorrado tanto. Dios lo guarde, a Andrade.
El caso es que la mordaza binominal mantiene al margen de estas discusiones, y de cualquier otra, a la sociedad chilena que no participa sino como espectador. Trampeando la verdad y el modesto sentido común, estos magníficos chamanes se transforman en la conciencia de millones. Resuelven por todos aquellos que miran el paisaje desde la vereda de enfrente y aplican sus criterios infalibles en el convencimiento religioso de obrar en beneficio de esa mayoría de estúpidos. Por esas mentes brillantes han pasado las leyes relativas al aborto, los métodos anticonceptivos, la píldora del día después, la sexualidad, el matrimonio hétero y homosexual.
La falacia democrática en la que se desenvuelve el país permite que la cultura cavernaria de la derecha siga hundiendo sus pilares en esta tierra asediada. Se escandalizan porque dos hombres o dos mujeres quieran vivir y retozar juntos amparados en la ley, y guardaron pío y criminal silencio cuando los asesinos fusilaron, torturaron, quemaron, degollaron e hicieron desaparecer. La derecha, salvada de los juicios que debieron ser y no fueron, ha triunfado e impuesto su cultura despótica, amargada, miedosa del cuerpo, falsa y cruel. Capaz de enviar a sus hijas a la lapidación en órdenes religiosas criminales con tal de expiar los pecados que cometen en la clandestinidad de sus frecuentes viajes al extranjero, o con las y los amantes locales, imponen sus criterios medievales a todos, sin contrapeso.
Un país de arcángeles silenciosos, asexuados, tímidos, temerosos del garrote paterno, de las penas del infierno y los penes terrenales, se proponen construir.

Por Ricardo Candia Cares
www.puntofinal.cl

urracas-emaus
contacto