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Año nuevo… ¿para quién?

 

El año nuevo que se celebra en estas horas es un nuevo año sólo en Eurooccidente, pero no todas las culturas lo ven así. Para la mayoría de los pueblos originarios de América Latina el ciclo de la tierra muda en junio, no en diciembre, aunque la mayoría de los Estados y medios parezcan obviar este hecho. ¿Cuándo y cómo cambia el año en Otramérica?

Casi todo lo que hoy hace o es el mundo occidental se cocinó en los tiempos de la conquista de América y la Colonia: desde el concepto mismo de Occidente y Oriente hasta las razas. También el calendario gregoriano, que rige el tiempo histórico del Norte Global, y que no fue oficial en tierras ‘católicas’ hasta que en 1582 así lo decidiera Gregorio XIII, que era un Papa, no un científico. El autodenominado mundo occidental (básicamente la Europa imperial) lo fue imponiendo a través de los siglos pero todavía en el siglo XX se incorporaban a esta cuenta -por razones prácticas- la Unión Soviética, China, Tunez, Egipto o, la última, en 1923, Grecia.

¿Y en América Latina y El Caribe? La conquista impuso el calendario gregoriano ignorando las tradiciones originarias y los rituales de siembra o de ofrenda a los dioses (ya se sabe que los conquistadores no gustaban de esa pluralidad divina). Pero los pueblos son tercos. Por eso la mayoría de los pueblos originarios de América Latina siguen celebrando su año nuevo en junio, con el solsticio.

Los proceso decolonizadores, cómo el que intenta Bolivia, llevaron a Evo Morales a fijar el año nuevo andino el 21 de junio. Los mayas lo siguen celebrando alrededor del 26 de julio, coincidiendo con la coincidencia del ascenso de la estrella más brillante, Sirio, con el Sol, y después de celebrar, el 25, el Día Fuera del Tiempo (siguiendo la interpretación contemporánea del calendario lunar maya de José Argüelles). Los mapuches, por ejemplo, celebran entre el 21 y el 24 de junio el We Tripantu, el año nuevo en Wallmapu. Pero los seri de la nación comcá’ac, en lo que hoy es México, lo hacen el 30 de junio en lo que el etnólogo Rodrigo Rentería define como: “un espacio escénico donde los símbolos de orgullo y desafío de esta cultura hacia Occidente se han desplegado con mayor intensidad”.

Los medios de comunicación masivos, occidentalizados de raíz, suelen ignorar o contar de forma exótica esos ‘otros’ años nuevos, incluidos los celebrados por las comunidades asiáticas de diverso origen (China, Indonesia, India, Japón…) que habitan en el continente.

ALGUNAS DE LAS CEREMONIAS DE LOS AÑOS NUEVOS INDÍGENAS*

“Machaq Mara (aymara)

Conocida como Marat’aqa o separación del año. Esta fiesta es un momento para corresponder con ofrendas a la generosidad de la Pachamama. Se hace un pago que es el reestablecimiento de la armonía.

Inti Raymi (quechua)

Es una fiesta de agradecimiento a la naturaleza y al astro solar que las culturas andinas heredaron de Tiwanaku. A mediados del siglo XX y después que la conquista española suprimiera el rito, la Fiesta del Sol volvió al Cusco, su antiguo centro ceremonial.

Likan Antai (atacameño)

En muchos lugares de los Andes, cuando las lluvias se atrasan demasiado, se realizan ofrendas especiales para llamar a la lluvia con agua de mar o de manantiales grandes que no se secan nunca.

We Tripantu (mapuche)

También llamado Wiñoi Tripantu (regresa la salida del Sol). La ceremonia comienza antes que el Sol se oculte en el horizonte. Habitualmente se realiza durante la noche del 23 de junio, y se espera hasta el amanecer la llegada del “nuevo Sol que regresa” por el oeste. El ritual, que invoca a los antepasados, es dirigido por una machi o por el lonko del lugar.

Colla o Kolla

Se celebra esta ceremonia en la actualidad en el centro ceremonial El Bolo, ubicado a una hora de Copiapó hacia Inca de Oro. Comienza después de las siete de la tarde. Luego se enciende una fogata y se preparan comidas tales como locro y asado de cabrito.

Aringa Ora o Koro (Rapa Nui)

En ella se festeja el ciclo anual de la vida, relacionado con la fertilidad y productividad. El ritual se realiza para simbolizar una nueva temporada de siembra de los recursos naturales, tanto terrestres como marinos”.

Fuente: Programa Orígenes, Ministerio de Planificación Nacional del Gobierno de Chile.
Por Otramérica

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